miércoles, 14 de octubre de 2009

Un vuelo

Era su primer vuelo. Hacía un mes que se lo comunicaron.
Desde entonces sus sueños eran autenticas pesadillas.
Las agencias de viaje que estaban de camino al trabajo,
se las sabía de memoria y por ello su caminar era
un continuo cambiar de acera para no pasar a su lado,
y ver en el escaparate algún anuncio que en la imagen
o en el anuncio, supusiera volar.
El, como casi todos los niños, había jugado con aviones
y con ellos en la mano había atacado a otros niños
e incluso a los miembros de la familia.
Todavía recordaba el alarido que dio su abuelo,
un día en que plácidamente dormía la siesta en
su tumbona preferida, cuando él con un helicóptero
en sus manos y haciendo el clásico “rururrunrurrunrunrurun”
golpeó el estomago de su abuelo con el aparato,
diciendo a voz en grito “Ah me han dado”.
Recordaba las numerosas películas que había visto
sobre la aviación, pues era un autentico forofo, y muchas
veces desafiaba a los amigos que le preguntaran
sobre títulos y actores que habían trabajado en ellas.
Acertaba un 98%.
Cuando subió al avión saludo a la tripulación,
la cual mostraba su más encantadora sonrisa
al devolverle el saludo, incluso le pareció que hasta
los pasajeros que se cruzaron con él, le miraban
con complacencia y en sus ojos un gesto
animoso de “venga tio, si esto está chupado”.
Por fin se sentó en su asiento, cerro los ojos,
trato de no pensar en nada. El sol que penetraba
hasta su habitáculo le hizo transportar su mente
a la dulce playa en la que había estado el verano
pasado. Cuando casi había alcanzado un
nirvana perfecto, escucho una voz a su lado que le decía
¿Qué comandante, despegamos?.

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